miércoles, 23 de enero de 2019

Ambición sin límites



Las personas necesitan tener mucho cuidado a la hora de buscar empleo, pero las empresas también precisan saber a quién están contratando, pues la verdad es que no hay asalariados perfectos. Sin embargo hay siempre unos peores que otros, de tal forma que actualmente se llevan a cabo cada vez más fraudes dentro de las propias organizaciones.

Los trabajadores de las empresas son sus principales defraudadores. Cerca de 60% de los casos de fraude empresarial son cometidos por los propios empleados. Según un estudio de la compañía KPMG, en la mayoría de los casos es debido a errores en los sistemas de control de la empresa, pues la fragilidad de los controles internos anti-fraude se presentas como una gran oportunidad para cometer delitos. Además de la oportunidad, esta organización refiere que existen dos motivos más que favorecen este tipo de conducta, la motivación y la racionalización.

Obviamente que cuando se habla de compañías que han sido defraudadas se supone que serán las grandes empresas, sin embargo ese pensamiento es incorrecto puesto que no solo las grandes sociedades son afectadas por ese tipo de estafa, ya que a pesar de que sea en proporción a cada una, tanto las grandes como las pequeñas empresas sufren los ataques de los defraudadores. Así que, todo cuidado es poco en el mercado laboral.

Afortunadamente hay formas de trazar el perfil del defraudador. ¿Tiene en su compañía trabajadores de entre 36 y 45 años? ¿Con una antigüedad de al menos 6 años en la entidad? ¿Su puesto de trabajo es en el área de marketing, operaciones o finanzas? Y para finalizar, queda saber, ¿tienen alguna responsabilidad directiva? Por tanto, si las respuestas son todas afirmativas entonces hace falta ponerse en guardia ya que está ante el perfil más frecuente de defraudador. Y desfavorablemente casi la mitad de ellos tienen una autoridad ilimitada dentro de la empresa.

De modo que para combatir el fraude en las organizaciones, especialistas de KPMG aseguran que se debe tener en cuenta los siguientes puntos:

  • Examinar los riesgos de fraude de modo proactivo y periódicamente.
  • Utilizar la tecnología.
  • Conocer y elegir a los terceros con los cuales la empresa se relaciona con base en criterios tanto de integridad como de ética.
  • Mantenerse alerta para detectar y saber poner medidas de protección ante estas amenazas internas.


En realidad mucha gente cuanto más tiene más desea tener,  ni siquiera piensan en la probabilidad de que sus actos sean perjudiciales para los demás, no solo para las empresas de por sí, sino que también lo sean para las personas que las dirigen, propiciando la mordedura a la mano que les da de comer.


Sindia Alves y A. Oliver
Antropóloga y Detective 
de Detectives Oliver

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